Momentos
históricos que
cambiaron
nuestro vestir

#epocasdecambio

La historia está llena de momentos difíciles que han acabado teniendo un impacto en cómo nos vestimos. Cambios que nos modernizaron, adaptándose a nuestro día a día, porque todas las crisis son una nueva oportunidad para reinventarnos.

 11 - Roberto Verino

Figurín con abrigo de vuelo hasta la rodilla otoño-invierno 1939.
Pedro Rodríguez. © Museo del Traje

Años 20

La Primera Guerra Mundial nos trae uno de los saltos estéticos más importantes del siglo XX. Inspirado en los uniformes, se incorporan a la vida civil la gabardina y el reloj de pulsera que utilizaban los pilotos. También nace una ilusión especial por “vivir la vida” fruto del fin de la Gran Guerra y de la bonanza económica: se imponen los vestidos cortos en las mujeres, con forma tubular que anula pecho y caderas y confortables sombreros y zapatos que permiten moverse con total libertad. Es la primera vez en la historia reciente que una mujer se puede vestir y desvestir sola, sin ayuda. El pelo se lleva corto, a lo garçonne, y el maquillaje muy marcado propicia el nacimiento de la estética vamp. Los trajes joya, de noche, permiten hacer brillar los cuerpos que bailan en las salas de fiesta, epicentro de la cultura del ocio que se impone.

 12 - Roberto Verino

Figurín con vestido largo de gala otoño-invierno 1939
Pedro Rodríguez. © Museo del Traje

Años 30

El crack del 29 sume al mundo en una gran crisis económica que pone fin al optimismo de los “locos” años 20. En moda, el período está dominado por dos influencias principales: por una parte, el auge creciente de Hollywood y sus modelos femeninos, entre los que va a destacar la femme fatale. Por otra, la primacía en París de tres mujeres que van a hacer las aportaciones más importantes a la moda del momento: Chanel, Schiaparelli y Vionnet. Los vestidos se alargan ocultándose de nuevo las piernas, pero a cambio, el corte al bies impuesto por Vionnet da lugar a una silueta que revela la forma del cuerpo femenino con abierta sensualidad. Schiaparelli, por su parte, lidera una vertiente que introduce en la moda nuevos conceptos, jugando con el arte y los dobles sentidos del surrealismo. Pero por encima de todo, la simplicidad de las propuestas de Chanel establece un nuevo canon de sofisticación. Antes de estallar la II Guerra Mundial, Balenciaga llega a París, donde lo español ya tenía una importante influencia y sienta las bases para el cambio de silueta que vendrá en las décadas siguientes.

 13 - Roberto Verino

Figurín con vestido de manga larga, sombrero y redecilla negras, ca. 1940-1943.
Asunción Bastida. © Museo del Traje

Años 40

La II Guerra Mundial impone el racionamiento de los tejidos. Las faldas se acortan y pierden vuelo, se ajustan a las piernas, se prohíben los dobladillos y los elementos metálicos y se introducen las medias de lycra. La indumentaria militar influye en la moda y se estructuran los hombros y las solapas, imponiendo el traje chaqueta en las mujeres que se ven obligadas a tomar el mando de la sociedad mientras los hombres luchan en la guerra. La única libertad estética está en los sombreros, los cuales, realizados por sus propietarias, se adornan con nidos de pájaros y elementos de fantasía variados.

 14 - Roberto Verino

Figurín con vestido de cóctel negro colección primavera-verano 1953.
Pedro Rodríguez. © Museo del Traje

Posguerra

Pasada la posguerra y ante el crecimiento económico, la mujer vuelve al hogar y se impone una moral conservadora que recupera valores decimonónicos, truncando el proceso de emancipación. Vemos faldas con amplios volúmenes sostenidos por estructuras internas que resaltan pecho y caderas, buscando la hipersexualización. Maquillaje y peinados sofisticados, bolsos de mano y los imprescindibles guantes, así como los famosos stilettos de Ferragamo, completan un dress code que establece varios cambios de vestuario según la hora del día.

 15 - Roberto Verino

Figurín con traje de cóctel negro con pequeños topos estampados en blanco, 1973-1974.
Pedro Rodríguez. © Museo del Traje

Años 70

Tras el optimismo de los años 60, las sociedades occidentales adoptan una actitud más escéptica que supone el inicio de algunos posicionamientos políticos y el comienzo del individualismo, ambas posturas reflejadas en la moda, que presenta por primera vez una gran cantidad de opciones y propuestas. La década comienza con el debate por los largos de las faldas, que van desde la mini más extrema a la maxi de aire folk. En 1972, año del mini-short, la crisis del petróleo deriva en una situación económica complicada que afecta a la industria, pero desde Italia surge el fenómeno del pronto moda y el diseño prêt-à-porter se impone como fuente generadora de las tendencias. Al mismo tiempo, desde la calle surgen nuevos estilos indumentarios ligados al auge de las tribus urbanas, que tendrán una influencia directa en la moda de pasarela. Por un lado, como continuidad del movimiento hippie y con el objetivo de recuperar los tejidos naturales en alza por la crisis del petróleo, se promueve una estética artesana con gran auge de las prendas hechas en casa a ganchillo o en punto. Por otro, desde mediados de la década, la estética punk también generará una creciente influencia, compartida con la que ejerce la hornada de diseñadores japoneses que van a imponer una estética

 16 - Roberto Verino

Figurín con traje de sastre, ca. 1980.
Hubert de Givenchy. © Museo del Traje

Años 80

El auge del prêt-à-porter hace de la década de los 80 una época dorada para los diseñadores, que diversifican las propuestas con líneas diversas que van desde el pragmatismo y sencillez de Roberto Verino o Armani, hasta la apuesta por el espectáculo más impactante de mano de Thierry Mügler o Gianni Versace. Las pasarelas se convierten en auténticos fenómenos mediáticos, con gran despliegue de medios y un star system cada vez más definido, en el que las súper modelos ganan presencia. Al mismo tiempo, la moda se vuelve autorreferencial: se revisitan modas de décadas recientes, las grandes firmas se reinventan de mano de nuevos directores creativos y se abunda en una visión irónica y crítica hacia el propio sistema de la moda que representa mejor que nadie el italiano Moschino. Las siluetas de grandes hombros acentuados con hombreras y formas en general excesivas, da paso a una estética de línea más sencilla a mediados de la década, con formas ceñidas al cuerpo que dan lugar a la moda stretch y obligan a un especial cuidado de la forma física. Francia y la alta costura pierden su primacía en la moda, en detrimento del funcionalismo americano y la sofisticación italiana. En España, en plena transición hacia la democracia, este auge de la moda como espectáculo es potenciado con la voluntad de dotar al país de una imagen moderna que deje atrás el conservadurismo impuesto por el régimen dictatorial.

Contenidos e imágenes cedidas por el Museo del Traje
 9 - Roberto Verino
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